Cuevas de Acsibi, Salta
La gran mayoría de los visitantes que recorren la legendaria ruta 40 en su tramo por los Valles Calchaquíes sigue de largo. Muchos ni siquiera conocen su existencia.
Estas formaciones naturales son muy poco visitadas, pese a estar cerca de Seclantás, la “cuna del poncho” salteño.
Para llegar no hay un camino. Se circula por el lecho de un río hasta un cierto punto, y luego se camina. El lugar es también llamado Valle de Las Cuevas, aunque su nombre en lengua cacán -de los pobladores originarios, de raíz diaguita calchaquí- significa “lugar donde está la luz o donde está el fuego”, porque es un sitio que suele concentrar numerosos rayos durante las tormentas eléctricas, que, para su tranquilidad, no son tan frecuentes.
El paisaje es increíble: para llegar a las cavernas con estalactitas que asemejan enormes velas derretidas hay que atravesar primero un desfiladero de sorprendentes formaciones rocosas de arenisca rojiza y tonos muy intensos. Durante todo el trayecto es espectacular el juego de colores, luces y sombras, ya que distintos huecos y entradas permiten el ingreso de los rayos del sol a determinadas horas, que rebota en las paredes rojas, ocres y amarillas. La zona era habitada por los populares, parte de la gran nación calchaquí, y se cree que estas cuevas eran usadas como lugares de rituales, porque en ellas se encontraron numerosos fragmentos de cerámicas.
En verdad los encontró Fido Abán, de la finca Montenieva, en cuyos terrenos están las cuevas. Fido, que nació en el lugar, donde su familia vive desde hace muchos años, hace de guía en excursiones que se extienden por unas 8 horas. Parten de la finca Montenieva, 3 km al sur de Seclantás, a las 9 am.
Luego de andar 20 km en 4x4, al llegar a un profundo cañadón multicolor, hay que subir por escaleras colgantes, con asistencia de los guías, para atravesar otro cañón de distintos tonos rojizos hasta la formación de Acsibi, donde están las cuevas. Son 10,5 km de caminata de bajo nivel de dificultad.
La excursión cuesta $ 2.100 por persona, e incluye traslado en 4x4, almuerzo y guía. También se puede pasar la noche en la casa de campo de la finca, por $ 1.400 la habitación doble con desayuno.
En la hostería El Capricho (una enorme casona colonial de 1720), $ 1.600 (www.finca montenieva.com.ar/es/).
Seismiles y Norte Grande de Belén, Catamarca
Territorio de gigantes, la Ruta de Los Seismiles recorre casi 200 km por la ruta 60, desde Fiambalá (conocida como “la puerta de los Seismiles”) hasta el paso San Francisco, en el límite con Chile. Está perfectamente asfaltada, así que no es un problema andarla con tranquilidad, para disfrutar del paisaje de la Puna catamarqueña decorada con la impresionante presencia de 19 volcanes de más de 6 mil metros de altura: el Incahuasi (6.640 m), el Pissis (6.882 m) y el Ojo del Salado, que con sus 6.864 metros, es el volcán activo más alto del mundo, están entre ellos, junto al Walter Penck, El Cóndor y el Aguas Calientes, entre otros. El hotel más cercano a los volcanes es el complejo Cortaderas, casi frente al Pissis. Pero la mayor oferta de alojamiento está en Fiambalá, donde hay termas, así que es una buena opción de relax luego de la aventura.
Otra alternativa más que interesante en Catamarca es visitar el circuito “Norte Grande” desde Belén, que recorre parte de la ruta nacional 40 para luego tomar distintos caminos provinciales y recorrer singulares paisajes marcados por los “jasis”, formaciones de arenisca moldeadas por el agua y el viento que regalan un “pequeño valle de la Luna”. Luego se visita el pueblo de Corral Quemado y más tarde, de regreso en la 40, Hualfín, tierra del bravo Cacique Chelemin y sus hualfines (pueblo originario diaguita).
Esos vestigios se plasman en el Pucará Pozo Verde, que conjunga su gran belleza paisajística con construcciones arqueológicas. Y el cautivante marco del pueblo, con sus alrededores cubiertos de viñedos y campos de pimientos.
La excursión desde Belén es de día entero y cuesta desde $ 990 por persona en base de cuatro pasajeros, más el almuerzo (www.chakuaventuras.com.ar).
Serranías del Hornocal, Jujuy
Dicen que hay quienes han llegado a contar hasta 33 colores, aunque se lo conoce por un nombre algo más modesto: “El cerro de los 14 colores”, y está cerca del pueblo de Humahuaca, en un cañadón contiguo a la Quebrada de Humahuaca. Es que sus tonos verdes, anaranjados, ocres o amarillos nunca son los mismos;van cambiando según la hora del día o la incidencia del sol y de las lluvias.
Las Serranías de Hornocal conforman uno de los paisajes más espectaculares de la Argentina, que muy pocos de los que recorren la famosa Quebrada se acercan a conocer. Forman parte de la formación Yacoraite, que viene regalando colores desde Perú, pasa por el altiplano boliviano y llega hasta Jujuy. Este corte en las sierras se destaca por su formación calcárea de numerosos minerales que, al ser erosionados por el viento y la lluvia, dejaron a la vista sus colores, dispuestos como con la mano en formaciones triangulares que zigzaguean a lo largo del cordón montañoso, cuya cima supera los 4.700 metros sobre el nivel del mar.
La excursión desde Humahuaca dura 3 horas y siempre se hace por la tarde) cuesta $ 840 por persona para dos pasajeros; y $ 700 por persona para cuatro (serandino.tur.ar).