La mayoría de los que han cumplido cuatro décadas están viendo que les cuesta mucho adelgazar y un responsable es el metabolismo.
El metabolismo se ralentiza un 5% cada década.
La mayoría de los que han cumplido cuatro décadas están viendo que les cuesta mucho adelgazar y un responsable es el metabolismo.
El metabolismo se ralentiza un 5% cada década.
DOLCE far NiENTE
El antiguo dicho italiano considerado en ciertos círculos como una verdadera filosofía. La que propone la importancia y la trascendencia del “no hacer”.
[Este artículo se publicó originalmente en francés en la revista Herodote.net]
En 1968, el profesor estadounidense Paul Ehrlich causaba sensación con un libro de título shock: La Bomba P (P de población). El miedo a la sobrepoblación iba a suceder de este modo al del apocalipsis nuclear antes de ser reemplazado a su vez por el miedo al cambio climático.
Todavía hoy, la opinión pública está penetrada por la convicción de que el planeta está superpoblado y que no hay nada más urgente que reducir lo más posible el número de nacimientos. ¡Pero la realidad es mucho más matizada!
La población mundial disminuirá a fines de este siglo, quizá incluso desde 2064 si se le cree al IHME, un instituto financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates. Con la excepción del África subsahariana o África negra, el conjunto del planeta, incluida la India, tiene desde ahora una fecundidad media inferior a la tasa de reemplazo poblacional, es decir, de 2,1 hijos por mujer. Es un dato central que han asimilado muy bien los demógrafos pero que nos cuesta todavía concebir.
Sólo dos grandes países tienen superpoblación, es decir de un exceso de habitantes por kilómetro cuadrado. Se trata de Bangladesh y de Egipto, con más de 2000 habitantes por kilómetro cuadrado, es decir más densamente poblados que la mayoría de nuestras ciudades. Bangladesh debería superar este escollo porque, con una fecundidad inferior a 2,1 hijos por mujer, su población ya no se renueva. Puede inquietar un poco más Egipto, con 3,3 niños por mujer.
En materia de saldo natural (excedente de nacimientos por sobre los decesos), el África negra es excepción. Es esa región la que, hoy en día, aporta todo el crecimiento demográfico de la humanidad y no deja de sorprendernos. Hace 40 años, como lo cuenta el demógrafo Gilles Pison, la ONU proyectaba 2.200 millones de africanos para el año 2100. Ahora esperan 4.400 millones, es decir el doble, de los cuales 500 millones estarán en el África mediterránea. Es un desafío que asumen con serenidad los gobiernos africanos, pues la mayoría de ellos no quiere oír hablar de planificación familiar.
¿Hay que preocuparse por esto? El África negra es la región del mundo mejor dotada de recursos naturales (con excepción de la franja sahariana) y está todavía lejos de la superpoblación, con una densidad muy inferior a la media mundial de 50 habitantes por km cuadrado. Para sus habitantes, privados de todo confort, los niños son la única riqueza que vale. Una fuente de orgullo para los hombres, un seguro de retiro para las mujeres. Más aún, debido a su extrema pobreza, el África no contribuye a las emisiones de gas de efecto invernadero, responsables del cambio climático (emite 0,5 toneladas de CO2 por habitante por año, contra 10 de los países ricos).
La Historia se hace en las cunas…. y se deshace en los cementerios
Para el resto del mundo, la superpoblación ya no es más una amenaza. ¡Muy por el contrario! Asistimos a una caída de la natalidad sin precedentes en los países más ricos, en Occidente y en los países ribereños del mar de China.
De acá a una o dos generaciones, es decir, a mediados del siglo XXI, esta caída podría soldarse con un marasmo social y económico del que entrevemos los primeros signos con el crecimiento del ahorro ocioso. A fines de este siglo, podría producirse la extinción física de buena parte de las poblaciones afectadas, al mismo tiempo que la desaparición de su bagaje cultural e histórico…
En China, el número de nacimientos cayó de 17,9 millones en 2016 a 12 millones en 2020 y el índice de fecundidad es de sólo 1,47 hijos por mujer. Siendo aún hoy el país más poblado del mundo, con 1500 millones de habitantes, China tendrá menos de 1.000 millones en 2100, y entre ellos una fuerte proporción de ancianos.
Muchos otros países asiáticos y occidentales se acercan al índice de fecundidad de un niño por mujer o están incluso por debajo de él, como en Corea (0,87 niño por mujer en 2020).
Para dimensionar el fenómeno, un índice de fecundidad de un niño por mujer significa que mil mujeres tienen este año mil niños, de los cuales 500 son niñas. Dentro de unos treinta años, en 2050, sus hijas tendrá a su vez 500 hijos, de los cuales 250 serán niñas. Y hacia 2080, sus nietas tendrán 250 hijos de los que 125 serán niñas. Resulta así una división por 4 del número de nacimientos en 3 generaciones y por 8 en 4 generaciones, es decir al alba del siglo XXII.
Italia, por ejemplo, tuvo 400.000 nacimientos y 740.000 decesos en 2020. Con un índice de fecundidad que se acerca cada vez más a un niño por mujer, ese país debería contar con apenas 100.000 nacimientos anuales hacia 2100. En esa fecha, los viejos italianos de más de 60 años serían por lo menos 4 veces más numerosos que los menos de 20 años. Equivale a decir que el pueblo italiano estaría casi extinto. El presidente del Consejo, Mario Draghi, se inquietó el 14 de mayo de 2021 al inaugurar los primeros estados generales de la natalidad: “Una Italia sin niños es una Italia que deja lentamente de existir”.
Ciertamente, como la naturaleza tiene horror al vacío, Italia no se verá desprovista de hombres. Se repoblará con la población excedente del sur del Mediterráneo. La situación no es mucho más brillante en otros países europeos, incluso en aquellos donde la inmigración viene a compensar el déficit de nacimientos.
Francia, que le lleva 50 años de ventaja a su vecina en materia de inmigración familiar sud-mediterránea, exhibe una fecundidad el orden de los 1,8 niños por mujer, en parte gracias al aporte de los neo-europeos. Con 740.000 nacimientos y 660.000 decesos, registró en 2020 un saldo natural de 80.000 nacimientos pero sin los alumbramientos ocurridos en el seno de los hogares de inmigrantes de los últimos decenio, ese saldo hubiera sido claramente negativo, sin alcanzar los abismos italianos.
En un libro premonitorio, Les Berceaux vides de Marianne (Las cunas vacías de Marianne, Seuil, 1980) [N. de la T: “Marianne” es la figura femenina que representa a la República Francesa], los demógrafos Jean-Noël Biraben y Jacques Dupâquier ya subrayaban las consecuencias del envejecimiento de la población. Ese envejecimiento es inducido por la disminución de la natalidad y la escasez de jóvenes mucho más que por la extensión de la esperanza de vida, así como lo ha demostrado en otros tiempos el demógrafo Alfred Sauvy. En un primer tiempo, es benéfico para la economía porque aumenta la población activa correlativamente con la disminución del número de hijos.
La situación se deteriora luego, cuando los adultos se vuelven viejos a su vez y son reemplazados sólo en parte por los jóvenes demasiado escasos. Recordemos que en una generación, de 1991 a 2021, la edad promedio de la población francesa pasó de 34 a 41 años, con el mismo número de individuos por debajo y por encima de ese umbral , según el INSEE [Instituto de estadística y de estudios económicos de Francia].
Dentro de medio siglo, esa edad promedio se ubicará según todas las probabilidades cerca de los 50 años sin que aumente la esperanza de vida.
En el plano político, esto conllevará un ascenso del conservadurismo y de los egoísmos. Los estudiantes secundarios que hoy esgrimen el retrato de Greta Thumberg ¿se seguirán preocupando por “salvar el planeta” cuando deban defender con uñas y dientes sus jubilaciones frente a una población activa dos veces menos numerosa que ellos? ¿O cuando deban pelear por obtener los servicios de médicos y enfermeras? ¿O cuando necesiten contratar personal para cuidados domiciliarios? No se podrá contar mucho con la inmigración para compensar el vacío porque no habrá formadores y educadores en cantidad suficiente para dar a los neo-europeos las competencias y los códigos requeridos.
El clima y la vida: ¡un mismo combate!
Este invierno demográfico que se perfila conduce a la extinción de nuestros pueblos, muy lejos del objetivo razonable de toda comunidad humana: perpetuarse asegurando como mínimo la renovación generacional. Se trata de que las parejas sin niños o con un único hijo sean compensadas por un número equivalente de parejas con 3 ó 4 niños, una situación de era la de la Francia de los “Treinta Gloriosos” (1944-1974).
Todos los países llamados “desarrollados” se alejan a zancadas de este objetivo. Todos están afectados por la “anorexia demográfica”, la que hoy es incluso un objetivo ideológico. Mientras que se cierran las maternidades, se multiplican las clínicas de cambio de sexo y se alienta a rechazar la maternidad para “salvar al paneta”. Absurdo contrasentido que revela una correlación patente entre las emisiones de gas de efecto invernadero y las cunas vacías.
Del Mar de China al Atlántico, los países que recalientan el clima son los mismos que están en la senda de la extinción demográfica. No hay que ver en ello una simple coincidencia sino la doble consecuencia de un modelo de sociedad mortífera, ese american way of life que después de 1945 sedujo a los europeos y luego al resto del mundo.
Descansa sobre la explotación a bajo costo de los recursos naturales con miras a un consumo sin fin de productos siempre nuevos: hoy, un auto por adulto, un home cinema por hogar, un crucero en cada estación, mañana un pasaje al espacio. Este consumo es mantenido mediante una intensa presión social que lleva a la proliferación de nuevas enfermedades (burn-out, obesidad, etc) y que aleja a los jóvenes de todo proyecto familiar: “A los 30, no puedo sacrificar mi carrera por un hijo”; “¿tener un segundo hijo? Imposible, porque no podríamos darnos todos los gustos”.
Traducción: Claudia Peiró, para Infobae
Este artículo se publicó originalmente en francés en la revista Herodote.net
Artesano o industrial, fresco o seco, duro o blando, el queso es uno de los alimentos que más consumimos y que peor conservamos.
Considerando que es uno de los alimentos más consumidos en los hogares, tenemos que saber cómo almacenarlo correctamente para que dure fresco por más tiempo. Según los expertos en este alimento, el queso es un producto vivo, por lo que es fundamental que respire para mantenerse en buenas condiciones.
Es muy importante aprender a conservar el queso para que así mantenga su sabor y aromas propios. La mayoría de las veces al comprar un queso, tomamos decisiones equivocadas sobre como guardarlo o consumirlo, haciendo que se estropee. Es por ello que debemos conocer esos errores con el queso para que guarde intactas sus cualidades.
Sabemos que conservar el queso no es una tarea fácil, pero conociendo los fallos que cometemos podemos evitarlo, mejorando así esa experiencia de sabor que nos vuelve locos.
Aquí te compartimos algunos tips que nos vas a agradecer:
1. Olvídate del plástico
Si necesita respirar, envolverlo en plástico sería el error más grande de todos, porque básicamente lo estamos ahogando. La mejor opción sería utilizar papel de horno (no metalizado) o papel manteca y luego meterlo al refrigerador. Ojo, que debe tener algún tipo de microperforación para que puede transpirar.
2. Envasado al vacío, ¡peor!
Si ya con el plástico no puede realizar su proceso natural de transpiración, guardarlo envasado al vacío menos. Sí, puedes comprarlo de esta maneras, pero al llegar a tu casa debes cambiarlo a otro papel y refrigerarlo.
3. Papel de aluminio, ¡ni lo pienses!
Otro tipo de papel más que le impide al queso respirar.
4. Un contenedor hermético, ¡nunca!
No es la mejor solución para conservarlo, a menos que lo envuelvas en papel de horno y luego lo metas al recipiente para evitar olores (puede ser plástico o de vidrio).
5. En el refrigerador
Podrías creer que dejarlo afuera es la mejor opción pero, según los expertos, los quesos deben ir dentro del refrigerador y ser retirados de ahí mismo 30 minutos antes de comerlo para que esté a una temperatura ambiente.
Las nuevas investigaciones indican que, como sucede con el sol, el consumo de alcohol se acumula en el cuerpo, generando una vejez prematura
La edad adulta es un período en el que el consumo de alcohol disminuye, según indica una investigación a cargo de especialistas de la Universidad de Maryland. No obstante, los patrones de consumo de alcohol de los adultos varían según las diferencias en el curso de la vida que continúan hasta la edad adulta y los cambios que tienen lugar a medida que las personas envejecen. Diferentes patrones se definen y cuantifican en términos de riesgo, con un énfasis en la idea de que el proceso de envejecimiento juega un papel importante no solo en la bebida en sí, sino también en cómo los patrones de consumo de alcohol se definen como riesgosos. Si la persona encuentra que el alcohol ahora lo afecta de manera muy diferente a cuando era más joven, es porque la forma en que su cuerpo lo procesa es una de las muchas cosas que cambian con la edad.
“El alcohol tiene numerosos efectos en el cuerpo que van desde el cerebro hasta el hígado y las tripas -dice Niket Sonpal, gastroenterólogo de Nueva York-. Esos efectos aumentan a medida que envejecemos”.
El alcohol está relacionado con la edad de muchas formas. Debe tener la edad suficiente para beberlo legalmente, se puede envejecer más rápido de lo normal. Beber en exceso puede tener un efecto directo en ciertas partes del cuerpo y en su salud mental a medida que se envejece. Y también puede tener algunos efectos indirectos nocivos para la salud.
“A medida que se envejece -explica Leslie Ludwing, especialista endocrinóloga del Hospital Mont Sinay de Nueva York-, tiene menos agua en el cuerpo y, por razones que no están del todo claras, también se siente menos sed. Eso hace que las personas mayores sean más propensas a estar deshidratadas. Beber alcohol puede sacar más agua del cuerpo y aumentar aún más sus posibilidades de deshidratación”.
Nuestra piel se vuelve más fina y seca a medida que envejecemos. “Es un proceso natural llamado envejecimiento intrínseco y es algo que no se puede controlar -afirma Martín Degaradena, dermatólogo de la Clínica Las Condes de Chile-. El envejecimiento extrínseco ocurre cuando su piel envejece más rápido de lo debido debido al entorno y cómo vive. Ahí es donde entra el alcohol: deshidrata y reseca la piel”. Se puede ralentizar bebiendo menos.
La piel se vuelve más fina y seca a medida que envejecemos. Es un proceso natural llamado envejecimiento intrínseco y es algo que no puedes controlar. El envejecimiento extrínseco ocurre cuando su piel envejece más rápido de lo debido debido a su entorno y cómo vive. Ahí es donde entra el alcohol: te deshidrata y reseca tu piel. Puedes reducirlo bebiendo menos. El alcohol puede afectar la forma en que funcionan algunos órganos vitales y hacer que envejezcan más rápido. Si bien los bebedores empedernidos tienen más probabilidades de tener cirrosis (daño permanente al hígado), incluso beber con moderación puede provocar problemas como la enfermedad del hígado graso. También puede dificultar el funcionamiento de los riñones.
La forma en que el alcohol afecta su salud a medida que envejece depende de la frecuencia y la cantidad que bebe. Pero hay algunos cambios que ocurren naturalmente en el cuerpo alrededor de ciertas edades que pueden verse agravados por el consumo de alcohol.
Cada bebida alcohólica va “directamente a la cabeza”, o al menos al cerebro. El consumo excesivo de alcohol durante un tiempo prolongado puede encoger las células cerebrales y provocar daño cerebral relacionado con el alcohol (ARBD) y ciertos tipos de demencia. Los síntomas incluyen falta de juicio, organización o control emocional, dificultad para mantenerse concentrado y problemas de ira.
Ver más allá de la copa
El alcohol puede afectar la forma en que el cuerpo combate enfermedades potencialmente mortales como la tuberculosis o la neumonía. Esto puede ser especialmente grave para las personas mayores. Los investigadores también están estudiando la posibilidad de que la enfermedad hepática alcohólica sea causada, al menos en parte, por el ataque del sistema inmunológico a los tejidos corporales sanos.
El vino tinto tiene antioxidantes llamados polifenoles que pueden ayudar al nivel de colesterol y proteger sus vasos sanguíneos. Si se bebe con moderación (aproximadamente un vaso al día), algunos estudios muestran que podría ser bueno para el corazón. Pero demasiado puede provocar latidos cardíacos anormales y presión arterial alta. Entonces, si no bebe, esta no es una buena razón para comenzar.
Las personas que beben pueden notar que no sienten dolor a medida que envejecen. “Eso se debe principalmente a que nuestros cuerpos ganan grasa y pierden músculo en la vejez y nos lleva más tiempo descomponer el alcohol y sacarlo de nuestro sistema. También puede hacer que las resacas duren más”, señala Marçia Alvarez Rueca Salva, endocrinóloga del Hospital de Huesca.
El alcohol no solo puede aumentar las probabilidades de enfermarse a medida que se envejece, sino que también puede empeorar los problemas médicos comunes. Los estudios muestran que los bebedores empedernidos pueden tener más dificultades con cosas como osteoporosis, diabetes, presión arterial alta, derrames cerebrales, úlceras, pérdida de memoria y ciertos trastornos del estado de ánimo.
“Cuanto más envejece, más tiempo permanece el alcohol en su sistema -afirma el especialista chileno-. Por lo tanto, es más probable que esté presente cuando tome medicamentos. Y el alcohol puede afectar la forma en que actúan las medicinas. También puede provocar efectos secundarios graves. Por ejemplo, beber alcohol cuando toma aspirina puede aumentar sus probabilidades de tener problemas estomacales o hemorragias internas. Mezclarlo con ciertas pastillas para dormir, analgésicos o medicamentos para la ansiedad puede ser potencialmente mortal.
Los huesos rotos por un tropiezo son un problema de salud grave para las personas mayores. El consumo excesivo de alcohol puede hacerlos aún más probables. Es porque el alcohol puede afectar su equilibrio y sentido del juicio. Con el tiempo, también puede dañar el cerebelo, el área del cerebro que se encarga del equilibrio y la coordinación.
La idea de tomar una copa para relajarse antes de acostarse puede no ser buena, especialmente a medida que envejece. “En lugar de adormecerlo para que tenga una noche de descanso, el alcohol en realidad puede evitar que se duerma y provocar un sueño inquieto” -señala Lola Sández, especialista en higiene del sueño de la Universidad de Navarra-. Eso puede ser particularmente difícil para las personas mayores, que ya tienen más probabilidades de despertarse a menudo o tienen un trastorno del sueño como el insomnio.
Según la edad
“La capacidad de recuperarse de una noche de bebida se reduce después de los 30”, dice Niket Sonpal, gastroenterólogo de Nueva York. No sólo afecta el proceso de envejecimiento, sino también la apariencia. Los años que pasa bebiendo comienzan a acumularse a medida que se envejece. El consumo excesivo de alcohol crónico también se asocia generalmente con deshidratación y aumento de la inflamación en el cuerpo. Se sabe que la inflamación conduce a varios problemas de salud y enfermedades. Por lo tanto, a los treinta años, nota más dolores, dolores y dolores de cabeza después de una noche de bebida. Se debe enteramente a la deshidratación.
“Como ocurre con la mayoría de las cosas, la moderación es clave”, continúa. Las personas mayores de 65 años que no toman ningún medicamento no deben tomar en promedio más de un vaso al día (siete por semana) y no deben tomar más de tres por vez.
Si bien la bebida ocasional con amigos puede no ser significativo, la evidencia sugiere que beber demasiado puede causar arrugas en la piel, enrojecimiento y sequedad en la tez, y eso es solo el comienzo.
Hay muchas formas en que el alcohol puede ejercer una presión adicional sobre el cuerpo. El alcohol hace que el organismo libere más hormonas del estrés, lo que acelera el proceso de envejecimiento. También afecta el funcionamiento saludable de su sistema digestivo, dificultando la absorción de nutrientes especiales. Esto incluye las vitaminas A, B, D y E; minerales como calcio, magnesio, hierro y zinc; e incluso básicos como proteínas y carbohidratos El efecto negativo general del alcohol sobre la nutrición significa que los bebedores empedernidos a menudo se desnutrirán. Esto limita la capacidad del cuerpo para mantenerse a sí mismo, lo que resulta en un envejecimiento más rápido, lo que afecta su apariencia física. Un estudio reciente realizado por investigadores en Dinamarca que se centró en los signos reveladores del envejecimiento descubrió que los hombres que consumían más de 35 bebidas a la semana tenían un 35% más de probabilidades de presentar “arcus corneae”, un anillo gris en el ojo que a menudo aparece en la vejez. Las mujeres que tomaban 28 tragos o más por semana tenían un 33% más de probabilidades de desarrollar el mismo síndrome. Al agregar estrés adicional a su cuerpo y privarlo de los nutrientes que necesita para reconstruirse, el alcohol puede agregar años.
Uno de los impactos más visibles que puede tener el alcohol es en la piel. El alcohol puede causar una deficiencia de nutrientes como la vitamina A6, que ayuda a la regeneración celular y la reproducción del colágeno. Ambos son esenciales para una piel joven.
También promueve la aparición de vasos sanguíneos agrandados, lo que le da a la piel una apariencia más roja. Deshidratación, lo que hace que la hace parecer escamosa y ayuda a que las arrugas aparezcan más rápido.
Produce enfermedad hepática, que causa afecciones como la telangiectasia (lesiones rojas en forma de telaraña debajo de la superficie de la piel) e ictericia, una coloración amarillenta de la piel. Reducir el consumo de alcohol puede darle a la piel la oportunidad de regenerarse, aunque algunos daños no se pueden revertir.
A los cuarenta es cuando realmente se comenzarán a ver los efectos del alcohol en el rostro. “Esta es la edad en la que comienza a mostrar la edad -dice Sonpal-. Alguien con un trastorno por consumo de alcohol normalmente verá que su cara se arruga más rápido que alguien que no bebe alcohol y es un efecto más pronunciado en esta edad”.
El alcohol no solo afecta superficialmente. También puede hacerlo con la salud física, emocional y espiritual, no solo viéndose, sino también sintiéndose mayor de lo que es. A largo plazo puede aumentar la ansiedad y la depresión, alimentando un ciclo negativo. En general, cuanto menos beba, más enérgico y joven se sentirá. Esto, a su vez, afectará la apariencia. Sentirse mejor por dentro casi siempre significa verse mejor por fuera.
El alcohol es una de las drogas más utilizadas en el mundo y se le atribuye una gran cantidad de interacciones con la salud. El consumo regular de ligero a moderado (14 a 28 g. al día) puede promover la salud del corazón, proteger contra la diabetes tipo II y probablemente prolongar la vida útil en general. Sin embargo, las tasas de consumo más altas conducen a los efectos perjudiciales más ampliamente asociados con el consumo de etanol, incluida la disminución del control motor, la cardiotoxicidad, la resistencia a la insulina y la enfermedad hepática.
El etanol interactúa con numerosos objetivos genéticos que ya están asociados con el envejecimiento. Si bien se han logrado avances para comprender el metabolismo del etanol a lo largo de la vida, todavía hay mucho por explorar y métodos que deben mejorarse de manera crítica. “La exposición al etanol puede inducir una gran cantidad de cambios en el cuerpo humano, pero la naturaleza de estos cambios es hormonal y depende de la dosis”, explica Stuart S.Adamson, del Buck Institute for Research on Aging de California, autor principal de este estudio que relevó las situaciones de envejecimiento asociadas al alcohol- Se necesita investigación para comprender y catalogar el daño que puede causar el consumo de alcohol al cuerpo. Es probable que el alcohol siga siendo una recreación central en el futuro de la humanidad, y comprender exactamente lo que le hace al cuerpo humano podría desempeñar un papel fundamental en la maximización de una vida larga y feliz”.
iNFOBAE - CiENCiA 15 de marzo 2021
El frenético ritmo de vida, el trabajo y la jungla de asfalto en la que vivimos nos están pasando factura. No es una cuestión puramente física, sino mental. La depresión es ya una pandemia y rara es la persona que no ha experimentado estrés, ansiedad o insomnio.
Recientes estudios científicos han revelado que actividades como el senderismo, las excursiones y los paseos, en definitiva, cualquier actividad que se realice en un entorno natural alejado de la ciudad, provocan una serie de cambios fisiológicos y mentales positivos para nuestra salud.
4 beneficios que experimentaras al recuperar el contacto con la naturaleza.
De acuerdo con el estudio elaborado por la Academia Nacional de Ciencias, caminar 90 minutos a través de un entorno natural tiene un gran impacto positivo sobre el estado anímico de las personas reduciendo la melancolía, el estrés y la preocupación por cuestiones laborales y familiares. En cambio, el mismo estudio demostró que un paseo de 90 minutos por la ciudad no supone ningún tipo de diferencia para el estado de ánimo.
Los escáneres cerebrales demostraron que quienes pasearon por entornos naturales experimentaron una menor presencia de flujo sanguíneo en la corteza prefrontal subgenual, es decir, la zona en la que reside el mal humor y las preocupaciones y que parece estar también relacionada con los cuadros depresivos.
Los psicólogos Ruth Ann Atchley y David L. Straye determinaron en 2012 que tras cuatro días de desconexión en la naturaleza y sin acceso a la tecnología, la creatividad se dispara.
Así lo constataron cuando todos sus participantes puntuaron un 50% más en el test RAT, una conocida prueba para puntuar el potencial creativo de las personas. Un aumento del 50% es un gran salto y demuestra que nuestra creatividad se siente abrumada por el estimulo digital constante.
El senderismo aumenta la concentración
Las notificaciones constantes , los grupos de Whatsapp, la bandeja entrada del e-mail y las continuas interrupciones del día a día socavan nuestra capacidad de concentración provocando que nuestro rendimiento caiga en picado.
Un estudio realizado en 2004 demostró que una buena caminata al aire libre es capaz de aumentar nuestra concentración y, no solo eso, sino que puede aliviar los síntomas del Trastorno de Déficit de Atención.
El trekking es un ejercicio aeróbico muy sólido, capaz de quemar entre 400 y 700 calorías por hora. Esto por sí solo es muy positivo para tu cuerpo, pero también lo será para tu mente.
Las actividades al aire libre y el ejercicio aumentan la capacidad para retener información y reducen la pérdida de memoria, por lo que es una actividad muy recomendable en época de estudio.
Incluso una carrera de cinco minutos en una zona boscosa es suficiente para mejorar nuestra autoestima de forma sustancial. No hablemos del orgullo y del buen humor que nos invade si hemos sido capaces de superar una travesía exigente y pasar todo el día en un entorno natural. Algo que se ve potenciado si podemos admirar paisajes con agua, arroyos o grandes ríos.
Probablemente no, pero la ciencia ha demostrado en repetidas ocasiones que es una actividad con múltiples efectos positivos sobre nuestra mente, cuerpo y vida social.
No lo dudes más y, cuando más abrumado te sientas, cálzate las botas de montaña, agarra tu equipo, prepara un tentempié y acude a un paraje natural para caminar, desconectar y despejarte. Tu salud, tu vida y tú mismo lo agradeceréis.
Aprovechar las sobras de arroz, sea frito o de paella, es arriesgado. Lo mismo que preparar de antemano ese cereal hervido o al vapor para elaborar un plato, caliente o frío, al cabo de varias horas o incluso de un día para otro.
Si se sufren vómitos y/o diarrea entre media y 24 horas después de haber tomado un arroz frito oriental, una paella recalentada o una ensalada en la playa, es posible que el arroz sea el culpable. El problema se origina en el grano seco, que suele contener esporas de la bacteria Bacilius cereus. Estas se mantienen “dormidas” hasta el momento en que se les añade agua y se calienta.
Es entonces cuando germinan y crecen produciendo bacterias, que a su vez se convierten en toxinas. Y lo peor es que ni las esporas ni las bacterias se eliminan al cocerlo, porque son resistentes al calor. Y también continúan multiplicándose si se deja el arroz a temperatura ambiente una vez preparado y al aprovechar las sobras si no se calienta a considerable temperatura y todo el arroz por igual.
La “zona de peligro” para el crecimiento de las bacterias se sitúa entre los 4 y los 60 grados centígrados.
La contaminación puede producirse en otros momentos del proceso. El primero es cuando no se consume nada más cocinarlo, que sería lo ideal, sino que se deja enfriar para hacerlo más tarde.
Cuanto más tiempo se deje el arroz fuera de la nevera más probabilidades hay de que se contamine, y por ese motivo no hay que dejar que ese paso se prolongue más allá de una hora. Y no es que el frío elimine las bacterias, pero hace más lento su crecimiento.
El frío no elimina las bacterias, pero hace más lento su crecimiento
Lo que se aconseja para que el enfriamiento sea rápido es extenderlo sobre una superficie plana para que pierda parte del calor y meterlo en la nevera en pequeñas cantidades cuando alcance la temperatura ambiente.
Aunque hay quien propone no esperar tanto y colocarlo en la nevera aunque no se haya enfriado. Para acelerar el proceso y evitar que se deterioren otros alimentos, es efectivo colocar cubitos de hielo sobre las tapas de los recipientes.
En general, no se debe mantener refrigerado más de un día, dos como mucho, y se recomienda no recalentarlo mas de una vez.
El segundo momento en que hay que extremar las precauciones es cuando se ha hecho hervido y al vapor y se deja para más tarde la elaboración del arroz frito junto con otros ingredientes (la forma más habitual en la cocina oriental). En este punto lo importante es que se haga a buena temperatura y todo el arroz la alcance por igual.
Una tercera situación comprometida es al preparar una ensalada de arroz de un día para otro, sobre todo cuando se va a tomar fuera de casa. En ese caso hay que tener la previsión de mantenerlo frío hasta que se vaya a comer, por lo que es imprescindible llevarlo en una nevera portátil con hielo.
Los síntomas de que se ha comido un arroz contaminado con Bacilius cereus no suelen ser preocupantes. Depende de cada persona y de la cantidad que haya ingerido. Los habituales son diarreas y vómitos que persisten durante incluso 24 horas o más.
En caso de que se prolonguen más de un día hay que ir al médico, ya que podría derivar en un fallo del hígado en casos muy graves.